25 de
septiembre de 1513: Vasco Núñez de Balboa descubre el océano Pacífico
En la mañana del 25 de septiembre de 1513, Vasco Núñez de
Balboa, desde los altos de la cordillera del río Chucunaque, en el actual
Panamá, avista asombrado un mar desconocido al que llamará Mar del Sur debido a
la orientación de esa parte de la costa, en el entorno del hoy llamado golfo de
San Miguel.
En la mañana del 25 de septiembre
de 1513, Vasco Núñez de Balboa, desde los altos de la cordillera del río
Chucunaque, en el actual Panamá, avista asombrado un mar desconocido al que
llamará Mar del Sur debido a la orientación de esa parte de la costa, en el
entorno del hoy llamado golfo de San Miguel.
La sorpresa es descomunal pues no
era imaginable la estrechez de esa parte del mundo. Testigos de su alborozo,
sus 66 hombres, entre ellos el luego famoso Francisco Pizarro, suben a la cima,
rezan un Te Deum con el obispo Quevedo, levantan pirámides de piedra y tallan
cruces en los árboles para conmemorar el descubrimiento. Ante ellos se abre
otro desafío, un nuevo Plus Ultra que no es de tierra y que posteriormente
Magallanes denominará para siempre Océano Pacifico.
Los españoles debieron intuir que
protagonizaban el hecho más importante desde la llegada de Colón a América
veinte años antes pues, además de abrir nuevas vías a sus ansias personales,
permitió ir completando la visión del nuevo mundo que estaban revelando.
El conquistador y su perro
Núñez de Balboa había nacido en
Jerez de los Caballeros, Badajoz, en 1475. Durante su juventud fue paje de
Pedro de Puertocarrero, señor de Moguer, que le animó a ir a América e
incorporarse en 1501 a la expedición de Rodrigo de Bastidas por las costas de la
actual Colombia.
Después estableció una granja en
Salvatierra de la Sabana –en la isla de La Española-, que no funcionó y tuvo
que huir de sus acreedores. En 1510 se embarcó como polizón, escondido en un
barril con su inseparable perro Leoncico, en un navío al mando del bachiller
Enciso que partió en socorro de la guarnición de San Sebastián de Urabá,
precario asentamiento español en la costa caribeña de Panamá con medio centenar
de hombres al mando del joven Francisco Pizarro, que estaba siendo asediado por
los indígenas. Su situación llegó a ser tan desesperada que Pizarro había
decidido abandonarlo con los escasos hombres que le quedaban pero, al llegar,
Balboa sugirió establecer un poblado más seguro en el interior en la región de
Darién, fundando Santa María la Antigua, primera instalación permanente en la
tierra firme americana.
Balboa, apoyado por el virrey
Diego de Colón, fue nombrado en 1511 gobernador interino de Darién y para
consolidar su puesto, prosiguió la expansión por el territorio del actual
Panamá, combinando los combates con una política contemporizadora con los
caciques indígenas, que fueron aportándole valiosas prebendas y apoyos
materiales y humanos en su labor colonizadora.
En busca de otro Plus Ultra
En este contexto, en 1513
Chucunaque, hijo mayor del cacique Congre, le habló de un extenso mar que había
hacia el sur y con abundancia de oro en sus proximidades. Balboa, conociendo
las denuncias que habían hecho contra él en España y la creciente pérdida de
poder de su protector Diego de Colón, recibió muy bien la noticia porque los
nuevos y valiosos descubrimientos que esperaba hacer podrían demostrar en la
metrópoli la competencia de su labor.
El 1 de septiembre Balboa, en
busca del nuevo mar, partió desde Santa María con un millar de hombres, de
ellos 190 españoles, y una agresiva jauría de perros. La estación de lluvias
complicó la marcha a través de bosques impenetrables y cenagosos llenos de
mosquitos lo que, unido a los combates con los nativos, le causará numerosas
bajas.
Al final, el contingente,
reducido a los 67 hombres que constan en el documento redactado por el
escribano Valderrábano, pudo contemplar el océano en la mañana del 25 de
septiembre y tras otros cuatro días de marcha pisar sus aguas.
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